Bienvenidos

Seguir a Jesús es toda una aventura, una experiencia que marca y transforma toda nuestra existencia.

Te invito a seguirlo de todo corazón.




sábado, 21 de mayo de 2011

Hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana


Las hermanas Dominicas de la Doctrina Cristiana fuimos fundadas por
 la Madre Leonor Baqueriza Figueroa, O. P., el 8 de agosto de 1948
 en México, D.F.   abrazando el espíritu de Santo de Domingo de Guzmán.
Desde sus inicios las hermanas, con dedicación, se esfuerzan por dar
 testimonio a semejanza de su fundador: Santo Domingo de Guzmán,
según el carisma de nuestra Congregación “Hombre de su tiempo y predicador íntegro del Evangelio  compartiendo  y conociendo las angustias y esperanzas del Hombre”.
Nos encontramos distribuidas en 3 provincias: Colombia, México y Estados Unidos, un vicariato en México,  dos casas de misión en África y una en el Perú.
En Colombia nos encontramos en: Barranquilla;  Medellín, Cocorná y la Ceja en Antioquia; Bogotá; Ocaña N.S;  y en Istmina - Chocó.

Nuestra Provincia de Colombia cuenta con 33 Hermanas profesas y 10 novicias actualmente.

martes, 17 de mayo de 2011

Reflexión sobre la vida


No culpes a nadie, nunca te quejes de nada ni de nadie, porque fundamentalmente tú has hecho tu vida.

Acepta la responsabilidad de edificarte a ti mismo, y el valor de acusarte en el fracaso para volver a empezar otra vez, corrigiéndote.

Nuca te quejes del ambiente ó de quienes te rodean, hay quienes en tu mismo ambiente supieron vencer. Las circunstancias son buenas ó malas según la voluntad ó la fortaleza de tu corazón.

Aprende a convertir toda situación difícil en un arma para luchar.

No te quejes de tu pobreza, de tu soledad ó de tu suerte, enfréntate con valor y acepta que de una u otra manera son el resultado de tus actos, y la prueba que has de ganar.

No te amargues de tu propio fracaso, ni se lo cargues a otro, acéptate ahora ó seguirás justificándote como un niño.

Recuerda que cualquier momento es bueno para comenzar, y que ninguno es tan terrible para claudicar.

Deja ya de engañarte, eres la causa de ti mismo, de tu necesidad, de tu dolor, de tu fracaso.

Si tú has sido el ignorante, el irresponsable, tú, únicamente tú, nadie pudo haber sido tú.

No olvides nunca, que la causa de tu presencia es tu pasado, como la causa de tu futuro es tu presente.

Aprende de los fuertes, de los valientes, de los audaces, imita a los enérgicos, a los vencedores, a quienes no aceptan situaciones, a quienes vencieron a pesar de todo.

Piensa menos en tus problemas y más en tu trabajo, y tus problemas sin alimento morirán.

Aprende a nacer desde el dolor y a ser más grande, que es el más grande de los obstáculos.

Mírate en el espejo de ti mismo.

Comienza a ser sincero contigo mismo, reconociéndote por tu valor, por tu voluntad y por tu debilidad para justificarte.

Recuerda que dentro de ti hay una fuerza que todo puede hacerlo; reconociéndote a ti mismo más libre y más fuerte, dejarás de ser un títere de las circunstancias, porque tú mismo eres tu destino.

Levántate y mira por las mañanas, y respira la luz del amanecer.

Tú eres la parte de la fuerza de la vida.

Ahora despierta, camina, lucha.

Decídete de una vez y triunfarás en la vida.


¡Nunca pienses en la suerte, porque la suerte es el pretexto de los fracasados!

                                                        Por: Pablo Neruda.

La Hermenéutica

. EL SIGNIFICADO DE "HERMENÉUTICA"
a. La Palabra "hermenéutica"
La palabra "hermenéutica" se deriva del nombre "Hermes", que era uno de los dioses de los griegos.      Hermes era responsable por traer los mensajes de los dioses a los mortales.      En Hch 14:12, leemos que "a Pablo lo llamaban Hermes, porque era el que tomaba la palabra" (NVI).     
En el Nuevo Testamento encontramos varias palabras relacionadas con este nombre:
            "hermeneia"        = "traducción" o "interpretación" (1 Cor 12:10).
            "hermeneutes"     = "traductor" o "intérprete" (1 Cor 14:28).
            "hermeneuo"       = "interpretar" o "explicar" (Heb 7:2, "significa").
            "diermeneutes"    = "traductor" o "intérprete" (1 Cor 14:28).
            "diermeneuo"      = "interpretar" o "explicar" (Lucas 24:27; 1 Cor 12:30).
            "dusermeneutos" = "difícil de explicar" (Heb 5:11).
            "methermeneuo" = "traducir" (Mat 1:23; Marcos 5:41; etc.).

Lucas 24:27 leemos que Jesús "les declaraba en todas las Escrituras lo que de Él decían".      La palabra "declaraba" es la traducción del verbo "diermenuo", que significa "explicar".      Lo que Lucas está diciendo es que para ayudar a los discípulos a entender los eventos relacionados con Su muerte y resurrección, el Señor les explicó (ver NVI) el significado de varios pasajes del Antiguo Testamento que hablaban de Él.
b. Una Definición del Término
El teólogo Branard Ramm nos ofrece la siguiente definición de la palabra "hermenéutica":
            "La hermenéutica es la ciencia y el arte de la interpretación de la Biblia.      Es una ciencia  porque es guiada por reglas dentro de un sistema; y es un arte porque la aplicación de estas   reglas es sobre la base de cierta habilidad, y no se hace simplemente en forma mecánica." (B. Ramm, p.1)
En la hermenéutica estamos tratando de establecer ciertas reglas que nos ayudarán a leer e interpretar correctamente la Biblia.       La hermenéutica es para la Biblia, lo que las reglas son para un juego.    Para poder jugar bien, hay que establecer las reglas, y seguirlas; sin reglas, un juego se vuelve caótico.     Así es con la Palabra de Dios.       En muchos casos, es por la falta de entender y seguir las reglas de la hermenéutica que creyentes discrepan acerca de ciertas interpretaciones de la Biblia.

Por lo tanto, la hermenéutica es de gran importancia para todo creyente; especialmente para los que son llamados a enseñar y predicar la Palabra de Dios.
c. La Relación Entre Hermenéutica y Exégesis
En realidad estos dos términos son casi sinónimos.      La palabra "exégesis" está relacionada con el término en griego, "exegeomai", que significa "explicar", "interpretar", o "exponer".      Ver Juan 1:18 ("dado a conocer"); Hch 10:8; 15:12,15 ("contado").


Podemos distinguir entre estos dos términos en la siguiente forma:
"HERMENEUTICA": significa las reglas que tenemos que aplicar al estudio de la Palabra de Dios.
"EXEGESIS": significa la aplicación de estas reglas a cierto pasaje bíblico.
En otras palabras, la hermenéutica es la "ciencia pura", mientras que la exégesis es la "ciencia aplicada".

d. Las Dos Ramas de la Hermenéutica

Podemos dividir la hermenéutica en dos partes:
·           Hermenéutica General - es el conjunto de principios y reglas generales que se aplican  a toda la Biblia.
·           Hermenéutica Especial - consiste en las reglas específicas que se usan en la interpretación de ciertas categorías de literatura (poesía,                                                    profecía, etc.).

e. La Aplicación de las Escrituras

Dios nos ha dado la Biblia para enseñarnos a vivir correctamente.     Por lo tanto, no es suficiente aprender a interpretar correctamente el texto sagrado; Dios quiere que apliquemos el mensaje bíblico a nuestras vidas.      Este asunto no es tan fácil como a veces se piensa (por ejemplo, ¿cómo aplicamos 1 Cor 11, 2-16 en nuestras iglesias?).       Por lo tanto, una de las tareas de la hermenéutica es ayudarnos a saber cómo aplicar la Biblia a nuestras vidas.
2. LA IMPORTANCIA DE LA HERMENEUTICA
Aunque ya hemos aludido a la importancia de la hermenéutica, debemos resaltar los siguientes puntos:
a.   La hermenéutica es importante para saber qué es lo que Dios nos ha dicho en la Biblia.    
     Una cosa es tener la Biblia, leerla, y entender las palabras que encontramos en ella; otra cosa   muy diferente es entender el significado de lo que leemos en las Escrituras.  En realidad, la Biblia es un libro bastante complejo.      Contiene:
·                         Diferentes clases de literatura (historia, poesía, profecía, epístolas, y obras apocalípticas).
·                          Escritas en diferentes idiomas (hebreo, arameo y griego),
·                          Escritas a lo largo de muchos años (desde 1,500 a.C. hasta 95 d.C.).
·                          Escritas por diversos autores (Moisés, Josué, Samuel, David, Esdras, Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Pablo, Pedro, Santiago, Judas, y todos los profetas).
·                          Provenientes de diferentes culturas (judía, griega).     
      




Género Apocalíptico en la Biblia

Género Apocalíptico
Se conoce como género apocalíptico a un conjunto de expresiones literarias surgidas en la cultura hebrea y cristiana durante el período helénico y romano (siglos II y I a.c y siglos I hasta mediados del siglo II) y que expresan por medio de símbolos y complejas metáforas la situación de sufrimiento del pueblo judío o de los seguidores de Cristo y su esperanza en una intervención mesiánica salvadora o en el caso de la apocalíptica cristiana en la Parusía o segunda venida de Cristo.

La literatura apocalíptica
Al contrario de lo que muchos piensan, el último libro de la Biblia cristiana conocido como Apocalipsis (αποκαλυψις palabra griega que quiere decir en castellano «Revelación»), no es único en su género.
En efecto, dicho libro como algunos otros más, forma parte de lo que hoy se llama género literario apocalíptico. Dicho movimiento literario aparece como un epígono de la literatura profética, aunque es indudable su íntima relación con aquella. Pero en líneas generales podemos señalar que sus producciones son posteriores a las del movimiento profético.
Características
Podríamos señalar como características generales de este movimiento:
  • Aparecen en el período helenístico, la mayoría de las obras apocalípticas pertenecen al periodo griego y romano de ocupación palestina.
  • Frecuentemente se trata de obras atribuidas a un personaje antiguo (patriarca, profeta, sabio, sacerdote) que narra una visión que recibió en vida; o se trata de un personaje que según la Biblia no ha muerto, caso de Henoc o Elías o que según el escrito apocalíptico ha subido al cielo después de muerto (Moisés o Isaías) o ha resucitado y trasmite una revelación (ver Apocalipsis 1:1-3).
  • Su estilo, derivación del género profético, se caracteriza por la profusión de imágenes y símbolos que además de hacer alusiones veladas a acontecimientos de la historia judía (como el caso de la dominación romana, que es presentado en el Apocalipsis como la gran prostituta), representan tanto conceptos generales, como esperanzas y anuncios sobre el futuro.
  • La filiación mesiánica de estos escritos es más marcada que en las producciones pertenecientes al movimiento profético. Generalmente, los apocalipsis presentan una situación de gran tribulación que será aliviada con una intervención justiciera divina. Una excepción aquí es el libro del Apocalipsis de San Juan, que para muchos autores no presenta la esperanza a futuro de la intervención divina para aliviar las tribulaciones, sino que se centra en un acontecimiento ya sucedido (la resurrección de Jesús) como eje de la salvación.
Profetas y videntes
Las raíces de la apocalíptica judeo-cristiana están en los libros proféticos de la Biblia. El término "profeta" (griego prophétes) significa " aquel que muestra o denuncia algo ante alguien". Luego pasó a dominar el matiz temporal de la preposición griega "pro-" y pasó a significar "el que predice algo". Se puede trazar un paralelismo, si no una identificación, entre el "profeta" del Antiguo Testamento y el "vidente" de los apocalipsis. En los dos casos se trata de alguien capaz de ver de forma privilegiada determinados acontecimientos. Pero hay una diferencia: que en la apocalíptica se pasa del profeta que habla al profeta que escribe, del oráculo al libro. Lo que diferencia a la apocalíptica del profetismo es el destino del mensaje y la forma de expresarlo: los profetas tienen visiones, pero son hombres entregados a la palabra y producen un mensaje directo que el pueblo pueda entender; los videntes apocalípticos reciben la orden de "escribir" inmediatamente el mensaje y lo que escriben no tiene que ser necesariamente accesible a todos. El auditorio del profeta es todo el pueblo de fieles, mientras que el del vidente son los fieles anónimos e iniciados, a los que no suele interpelar. Otros rasgos de la apocalíptica son:
  • El carácter seudónimo de la obra: el autor escribe bajo otro nombre. En los apocalipsis judíos se escoge el de algún antepasado significativo (Abrahám, Moisés, etc.); en los cristianos, el de algún apóstol (Pedro, Tomás, etc.). El carácter seudónimo afecta probablemente al Apocalipsis de Juan, atribuido por tradición al apóstol.
  • En los apocalipsis la sucesión de la historia y las visiones se presentan por medio de cifras estereotipadas que tienen valor simbólico (por ejemplo, 1000 y sus múltiplos indican un número incalculable). Se juega incluso con el valor numérico de las letras.
  • Lenguaje escatológico común. Parábolas e imágenes que hacen referencia al fin de los tiempos y tono oracular.
  • Esperanza mesiánica subyacente: la salvación final se realizará por intervención directa de Dios o de una figura que pasa a primer plano, como el arcángel San Miguel. En algunos apocalipsis las esperanzas cristalizan en torno a una figura (el Elegido o el Hijo del Hombre), que culmina en el Cristo triunfante del Apocalipsis de Juan.
  • Pese a que a primera vista los apocalipsis parecen estar dominados por la fatalidad y el determinismo, hay una clara voluntad de expresar esperanza de salvación y consuelo para los justos. Hay una figura que lo da todo o que intercede para salvar a los justos (por ejemplo, Moisés en el Libro de los Jubileos y Cristo en el Apocalipsis de Juan).
  • La fecha en la que se supone deben cumplirse los oráculos y profecías escatológicos es siempre una fecha indeterminada e imprecisa.

Apocalíptica e historia judía
El contexto histórico en el que surgen los apocalipsis es el de tiempos de crisis percibida como extrema. Los primeros apocalipsis, entre los que se cuenta el Libro de Daniel, son de la época de Antíoco Epífanes (175-164 a. C.) y de la sublevación judía de los Macabeos (166-160 a. C.). Es la época de la helenización intensiva de Jerusalén y de los territorios judíos. Antíoco Epífanes profana el templo y se produce una gran escisión entre los judíos: los que aceptan las prácticas helenísticas y los que forman una resistencia político-religiosa organizada en torno a los Macabeos. Otro momento de gran crisis para el mundo judío se vive en el siglo I a. C.: en el 63 a. C. Pompeyo conquista Jerusalén, los romanos ocupan Palestina y el poder real y sacerdotal de Jerusalén está bajo la tutela romana. Conviven muchas facciones político-religiosas (fariseos, saduceos, asideos, zelotes, esenios...) y se experimentan grandes esperanzas mesiánicas.
Un tercer momento de gran crisis se vive en el siglo I d. C.: en los años 60 tienen lugar las grandes persecuciones de cristianos por Nerón; en el 70-73 se aplasta la sublevación judía, se toma Jerusalén y se destruye el templo. Después del 73 aumentan los conflictos entre judíos y cristianos hasta la casi total ruptura en los años 90. Entre 81 y 96 Domiciano impone el culto al emperador y se producen más persecuciones de cristianos. Y el cuarto período de crisis que influye en los apocalipsis se vive en el siglo II d. C., cuando se mantienen las persecuciones de cristianos y los judíos se sublevan por segunda vez contra Roma (la sublevación encabezada por el líder político-religioso Bar Kokba en 132-135) y sufren una aplastante derrota. Ante estos momentos, el cuadro trazado por los apocalipsis es tenebrista y atribulado. Se habla del presente como período de corrupción, transgresión y opresión por parte de un poder blasfemo y arrogante, todo lo cual se denuncia.
La historia de Israel y las bases de sus esperanzas para el futuro han estado desde siempre unidas a sus pretensiones políticas. Ahora bien, los grandes momentos de la apocalíptica son precisamente aquellos en los que a los judíos les son arrebatadas estas pretensiones por otros poderes dominantes. Los judíos de los últimos siglos antes de Cristo creían que los cielos "se habían cerrado" y que el Espíritu de Dios "no se había apoderado de nadie" (no había inspirado a nadie) desde los tiempos de los últimos profetas Ageo, Zacarías y Malaquías; y sin el Espíritu de Dios la historia no era posible.
La apocalíptica permitió mantener como real la historia de Israel gracias a la doctrina de la inspiración bíblica: la historia aún era posible y su agente era el autor inspirado y su obra escrita. Los grandes agentes históricos de la humanidad (Adán, Moisés, Elías, etc.) intervienen de nuevo en la historia en virtud del carácter seudónimo de las obras apocalípticas y así el pasado se hace presente y no se interrumpe la continuidad. La apocalíptica se convierte en una especie de ciencia de la historia, teniendo en cuenta que ésta no es una sucesión de acontecimientos, sino un todo, un proceso unificado que comienza con Adán y los imperios nacidos del caos primordial y que finaliza en un acto que retornará el mundo a sus orígenes. Se trata de la concepción mítica en la que principio y fin se unen en un lugar teórico (mítico) en el que todo comienza. Hay en la apocalíptica huellas de concepciones míticas babilónicas, persas y griegas (por ejemplo, todo lo relativo a la angelología y la demonología), unidas a la escatología judía.
 El género apocalíptico en la Biblia
El tema y asuntos apocalípticos fueron muy populares entre los judíos de la post-diáspora (después del exilio babilónico), lo que dio lugar a la proliferación de apocalipsis. Algunos de estos textos han llegado a ser canónicos y otros subsisten entre los llamados apócrifos. Los textos apocalípticos que han sido incorporados al canon de la Biblia son los siguientes:
Además:
 El género apocalíptico fuera de la Biblia
Los siguientes son libros que pertenecen al género apocalíptico, pero que no son aceptados dentro del canon bíblico:
 Literatura apocalíptica judía
La salvación de la literatura apocalíptica en general se debe al cristianismo, en cuyas biblias aparecían estas obras. El canon hebreo las rechazó y lo mismo hizo el canon cristiano cuando fue establecido:
  • Los Libros de Henoc. Toman como personaje a Henoc (Génesis 5,24), quien trató con Dios antes de ser arrebatado a los cielos. El libro etiópico de Henoc se conservó en la Biblia etiópica, que lo consideró como sagrado. Fue escrito en hebreo o arameo entre los siglo II y I a. C. y la versión etiópica se realizó a partir de la traducción griega. El libro eslavo de Henoc o libro de los secretos de Henoc fue escrito en griego en el siglo I de la era cristiana por un judío o judeocristiano palestino y se ha conservado en lengua eslava. El patriarca realiza un viaje por los siete cielos y recibe una serie de revelaciones.
  • El Libro de los Jubileos. Escrito hacia el 100 a. C. Tiene una presentación cronológica, pues divide en "jubileos" (períodos de 49 años) los acontecimientos relatados desde el Génesis hasta el capítulo 12 del Éxodo. Cada jubileo se divide en 7 series de 7 años, y cada año tiene 364 días. Comenta gran parte del Génesis y pasajes del Éxodo. El propósito es establecer un calendario jubilar para la observancia de las fiestas religiosas y los días consagrados.
  • Salmos de Salomón. Son 18 himnos parecidos a los salmos canónicos conservados en varios manuscritos de la biblia griega. Se escribieron en hebreo, pero sólo se conserva la traducción griega y una siríaca. Fueron canónicos durante mucho tiempo para muchas iglesias cristianas. Se compusieron aproximadamente entre 68 y 40 a. C.
  • Testamentos de los doce Patriarcas. Son doce discursos dirigidos a sus descendientes por los hijos de Jacob. Nos ha llegado la versión griega, pero parece que el original era hebreo o arameo. Se trata de una obra judía precristiana con interpolaciones cristianas, aunque hay quien ha propuesto un origen esenio. Se debió componer entre 130 y 63 a. C. En cada testamento hay una introducción a la vida del patriarca, lecciones morales basadas en su vida y una breve conclusión mesiánica y apocalíptica.
  • Oráculos sibilinos. El personaje pagano de la sibila pasa a los judíos de cultura helenística, quienes sustituyen por ella a personajes proféticos tradicionales como Moisés. Ya en el siglo II a. C. utilizaron el género sibilino como medio de propaganda. Poseemos doce libros de estas colecciones de oráculos. Los únicos de origen judío, aunque con retoques cristianos, son los libros II, IV, V. La fecha probable de composición es hacia la mitad del siglo I a. C.
  • Asunción o Testamento de Moisés. En origen debieron existir por separado el Testamento de Moisés y la Asunción de Moisés. La obra contiene una profecía de tipo apocalíptico: Moisés la habría redactado para Josué y nos cuenta la historia del pueblo elegido y su entrada en Canaán al final de los tiempos. Se compuso entre el 3 a. C. y el 30 d. C.; es, por tanto, contemporánea de Jesús y refleja la esperanza del pueblo judío. Se debió redactar en hebreo o arameo y se nos conserva en la traducción latina, hecha a partir de la griega.
  • Apocalipsis siríaco de Baruc o Libro II de Baruc. Se conserva en siríaco, aunque el original debió ser hebreo o arameo. El protagonista es Baruc, confidente de Jeremías. Se debió componer entre 75 y 100 d. C. Gira en torno a la pregunta de por qué sufre el pueblo de Dios y sus enemigos prosperan. Dios revela a Baruc que el mundo futuro estará reservado a los justos. La llegada de la era mesiánica estará precedida de desastres.
  • Libro IV de Esdrás. Es la obra judía no bíblica que más difusión alcanzó y la más usada por los primitivos cristianos. Bajo el nombre de Esdrás se compusieron más obras, pero ésta es la más importante. Se debió componer en los últimos años del I d. C. El templo de Jerusalén destruido ocupa un lugar preeminente en este apocalipsis de siete visiones. Éste es el motivo por el que se escoge a Esdrás, quien vivió tras la destrucción de Jerusalén por los caldeos (587 a. C.). El original fue hebreo o arameo y tenemos varias traducciones, entre las cuales están la griega y la latina; ésta última la incluyen algunas ediciones de la Vulgata.